Representaciones de Francisco Pizarro y la Conquista en la historiografía peruana (siglos XIX-XX) y las ideas de Nación

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2021Author(s)
Romero Meza, Eddy Walter
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Las representaciones históricas de Francisco Pizarro y el periodo de la conquista han
oscilado entre el pro-hispanismo desde la historiografía criolla limeña y el antihispanismo desde la historiografía crítica indigenista. Pizarro aparece como un héroe
fundador-civilizador desde la versión hispanista, y un personaje ambicioso, cruel y
genocida desde la versión anti-hispanista o indigenista. La conquista española es
representada como el momento del nacimiento de la ―nación peruana‖ desde la
historiografía conservadora criolla, y representada como el momento de subyugación u
opresión de la ―verdadera nación‖ desde la postura de la historiografía crítica
indigenista. Estas versiones de la historia peruana han sido insuficientemente
estudiadas, y están vinculadas a la construcción de los discursos sobre la ―historia
nacional‖.
A lo largo de los siglos XIX y XX se fueron configurando o consolidando estas
narrativas históricas, que se asocian a la construcción de las ―ideas de nación‖ en el
Perú. El conquistador Francisco Pizarro, aparece entonces como un personaje que
suscita conflicto o posiciones contrarias, en la obra de historiadores importante de este
periodo. La conquista española como tema de investigación o estudio en el Perú y
América, ha generado narrativas históricas contrapuestas, poco analizadas o
insuficiente explicadas.
Las representaciones de Francisco Pizarro y la conquista del ―Perú‖, reflejan las
concepciones de una historiografía conservadora y otra crítica, donde las ideas de
nación peruana o peruanidad son casi opuestas. Determinar el origen o desarrollo de
tales narrativas dentro de la historiografía peruana es una labor pendiente, así como la
explicación sobre las ideas de nación que defienden los historiadores, desde las
corrientes y trayectorias a las que están asociados.
La historiografía pro-hispanista o conservadora de autores como Sebastián Lorente,
Ricardo Cappa, Riva Agüero, Porras Barrenechea o Del Busto, parecieran reflejar una narrativa criolla-limeña, mientras autores como Juan José Vega, Edmundo Guillén y
Virgilio Roel Pineda asumen una narrativa anti-hispanista o pro-indigenista. La idea
de ―nación mestiza‖ de ambas historiografías, convierten al conquistador Francisco
Pizarro en un padre fundador o un invasor que inaugura una etapa sojuzgamiento. La
figura del conquistador, resulta irresuelta, es glorificado o censurado, según la versión
histórica elegida. Sin embargo, la obra de historiadores contemporáneos, como
Waldemar Espinoza o Rafael Varón, parecen brindar una representación alternativa de
Pizarro y la conquista.
La historiografía sobre este periodo reflejaría proyectos distintos para ―imaginar la
nación‖. Las visiones antagónicas de nuestro pasado, se aprecian sobre todo en la
historiografía sobre esta compleja etapa histórica. La relación entre los discursos
históricos y los proyectos de nación peruana, solo han sido parcialmente explicados,
desde las representaciones del controversial periodo de la Conquista y una figura
central como Francisco Pizarro. Aún sigue siendo un problema el ubicar
históricamente a Pizarro; la sombra de la Leyenda Negra o la Leyenda blanca (o
dorada) sobre la Conquista, todavía se aprecia en la historiografía peruana.
Una ―memoria herida‖ influye todavía sobre la visión de la Conquista o invasión
española. En el caso peruano, además la ―memoria de un bien perdido‖, relacionado a
la destrucción del imperio incaico. Los discursos históricos regionales presentan cierta
resistencia frente al discurso nacional, oficial o hegemónico limeño. La ―ideología del
mestizaje‖, aunque aparentemente conciliadora de la raza y cultura indígena y lo
hispánico, fue la fórmula que disimulaba la superposición cultural, las exclusionesimposiciones y el deseo de ubicar a lo indígena como un elemento pasadista o
tradicional, a superarse bajo el horizonte de la cultura occidental.
La producción historiográfica no es una práctica aislada de la sociedad, la política y la
cultura. El lugar de enunciación de los historiadores, debe también tomarse en cuenta
al evaluarse su obra. El contexto socio-cultural, la coyuntura política y las corrientes
de pensamiento provenientes del exterior, resultan claves para entender la obra de los
historiadores. En el caso peruano, la construcción de un Estado criollo tras la
Independencia, la herencia colonial, el hispanismo, el indigenismo, la ideología del
mestizaje, el proyecto hispanoamericanista, el regionalismo, las teorías marxistas, la
teoría de la dependencia, el nacionalismo criollo y cobrizo, etc. La memoria mitificada sobre el pasado incaico, el peso de la Leyenda negra sobre
España, la búsqueda de figuras fundacionales para explicar el origen de la nación
peruana, hizo compleja la elaboración de una narrativa histórica equilibrada o ―historia
justa‖. La historia oficial no fue estática, y tuvo transformaciones donde lo indígena
tuvo mayor espacio de reconocimiento, a través de figuras de bronce como Manco
Cápac, Pachacútec o Túpac Amaru II, pero paralelamente mantenía un relato histórico
conservador, lleno de silencios sobre las injusticias en torno al indio común o los
grupos afrodescendientes; y bajo el paradigma de una historia de larga duración, donde
lo pre-hispánico aparece solo como la antesala para el advenimiento del ―Perú
moderno‖, castellano, católico y occidental. A esta narrativa se contrapuso la versión
crítica del pasado peruano, de tono más oral, donde se lamentaba las injusticias
históricas y presentes. Desde los márgenes, el ―trauma de la conquista‖ mantenía su
vigencia, así como el reclamo por el expolio y el genocidio cometido; una
reivindicación histórica y quizás la ―Búsqueda de un Inca‖. La figura de Francisco
Pizarro reconocida por ciertas élites blancas e ilustradas como el fundador de la
nación, aparece cuestionada desde sectores populares, y sobre todo regionales. Una
estatua de Pizarro era posible en la principal plaza de la capital, Lima (1935); pero
inviable o imposible en la plaza del Cusco, antigua capital de los Incas. A la historia
oficial construida desde Lima se contrapuso la memoria histórica de la nación indígena
y mestiza regional.
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